R i c a r d o    P a l m a

     A Miraflores se mudó Ricardo Palma, memorioso y cargado de años, dispuesto a pasar la parte final de su vida en una ciudad amable que iniciaba su crecimiento (1912). Lo hacía víctima de una arbitraria decisión administrativa.  Cuando se instala en una pequeña casita a corta distancia del parque central repara en que el único equipaje que portaba eran sus recuerdos: de seguro tenía presente los años en que mataperreaba por la ya tricentenaria Lima, que aún estaba protegida por las murallas que había mandado construir el virrey Duque de la Palata, escuchando cuentos y leyendas; no olvidaba su romántica juventud reflejada en varios tomos de poesías ni su meritoria carrera en la Marina peruana; tampoco su porfiado transcurrir por el quehacer político ni sus destierros en Chile y Ecuador ni su satisfacción como Senador de la república; le era imposible olvidar como había sufrido al reparar que su biblioteca personal había sido incendiada por el inicuo vencedor de una guerra dispareja; y recordaba también su casi medio siglo como periodista  humorístico, sus avatares en la organización de la Academia de la Lengua y su larga lucha en defensa de americanismos y peruanismos y la lista podría seguir.

            Pero ninguno de los recuerdos se acercaba a la magnitud de lo que permanecía vivo en el alma del octogenario escritor: la preparación de más de quinientas Tradiciones peruanas, que desde años atrás habían merecido el reconocimiento de propios y extraños, y haber reconstruido a partir de sus cenizas, y a base del prestigio personal del cual ya gozaba 

 internacionalmente pues el gobierno no le pudo proporcionar recursos pues carecía de ellos, la Biblioteca Nacional.  Es sabido que la tenacidad con que luchó por la Biblioteca determinó que se le conociera amablemente como bibliotecario mendigo; y sus Tradiciones eran un éxito internacional.   

     La casa de Palma en Miraflores pasó a ser un hito obligado para los escritores y hombres cultos que llegaban a Lima. De ello, el mejor testimonio son las vistas que conforman esta exposición. Pero no hay duda que don Ricardo hubiera preferido ser recordado como un hombre liberal que durante toda su vida había luchado contra el absolutismo, como un peruano valiente dispuesto a sacrificar su futuro por la patria en peligro, como un correcto funcionario público, como un escritor diestro en el manejo de la pluma con el propósito de resaltar las bondades de su país. En fin, como un peruano cabal.

     Y es posible concluir parafraseando al propio Palma con una frase escrita en Miraflores en 1914 y que forma parte de la última de sus Tradiciones: ¡Ese hombre es un carácter!

 AVM
2.x.2020.

Casa Museo Ricardo Palma antes de la restauración

Casa Museo Ricardo Palma restaurada

Fotografías inéditas de Ricardo Palma

Ricardo Palma y la Biblioteca Nacional del Perú

 

 Alguna vez escribió Edith Palma Schmalz, nieta de don Ricardo, que “la tarea más querida y entrañable del tradicionista fue la de su entrega total y sin reservas a la obra de reconstrucción de la Biblioteca Nacional, saqueada por la soldadesca enemiga durante la desventurada Guerra del Pacífico…”[1].

Y, ciertamente, la figura de Ricardo Palma suele asociarse casi exclusivamente con su papel de reconstructor de la Biblioteca Nacional tras la Guerra con Chile, desarrollado con ferviente patriotismo a lo largo de su gestión como director (1883-1912). No obstante, la relación de Palma con nuestra institución es de más larga data y cubre un espectro mucho más amplio.

Nacido en 1833, y perteneciente a la generación de escritores del romanticismo peruano, Palma fue un mil oficios, destacándose como contador, marino, político, diplomático, escritor y periodista, además de ser el creador de las Tradiciones Peruanas, aquellos relatos de ficción llenos de humor e ironía pero que, en su mayoría, estaban basados en hechos históricos.

Dicho ello, es de hacer notar que, aunque no se tiene noticia exacta de sus primeras incursiones a la BNP, dentro de su producción intelectual y a lo largo de su correspondencia personal, siempre se encargó de dejar evidencia sobre su paso por la Biblioteca, fuera como usuario, empleado o Director de nuestra Institución. Así lo testimonian las múltiples referencias a los fondos bibliográficos de la Biblioteca en obras tempranas de su autoría como Anales de la Inquisición de Lima (Lima, 1863), y en las múltiples series de sus Tradiciones Peruanas.

 

 

También, a través de anotaciones manuscritas, muchas de ellas llenas de ironía y no exentas de verdad, que hiciera Palma en diversos ejemplares cuando fue subdirector de nuestra Biblioteca (1880-81) y que hoy podemos releer en el fondo de Libros Devueltos por Chile, además de los cuadernos de correspondencia institucional, podemos ver su tenaz labor para la recuperación de las colecciones bibliográficas perdidas, hecho por el cual llegó a ser conocido como el “Bibliotecario mendigo”.

Así, conociendo la vida de Palma podemos también llegar a comprender mucho de la historia de la Biblioteca Nacional, incluso más si recordamos que en 1949 su colección bibliográfica y documental personal pasó a pertenecer a esta casa del conocimiento.

Es por ello que, a 101 años de su fallecimiento, la trascendencia de la vida y obra de Ricardo Palma se mantiene y la hemos reafirmado con la declaración de 8 manuscritos autógrafos (2018), los ejemplares de la primera edición completa de sus Tradiciones Peruanas con anotaciones autógrafas (2019) y parte de su correspondencia (2020) como Patrimonio Cultural de la Nación.

 

[1] Prólogo de Edith Palma a las Tradiciones completas de Ricardo Palma, edición de Aguilar (Madrid, 1964).

Puede visitar la exposición hasta el 31 de octubre 

  Lugar pasaje Los Pintores, Frente a la Municipalidad frente al Palacio Municipal